Aunque son condiciones muy distintas, ambas tienen en común un reto para el aprendizaje. El diagnóstico y la información sobre su condición particular son herramientas indispensables para que estas personas no se encuentren en discapacidad.
Por: Mosaico Medios
Los trastornos del espectro autista van más allá del autismo típico conocido antes, abarcan todo un espectro desde un grado mínimo hasta un grado máximo en el que el cerebro social está afectado. Sus características más generales comprenden alteraciones en el grado social, conductas repetitivas, inflexibilidad y alteraciones sensoriales. Regularmente asociamos esto con una discapacidad o con dificultad para aprender, sin embargo el autismo no es determinante para tener una disfunción, pueden ser personas muy funcionales, de hecho una de cada 68 personas están dentro del espectro autista.
Las personas con trastorno autista pueden llegar a tener contenido académico regular, dependiendo del diagnóstico. En cambio, el síndrome de Down sí es inherente a una discapacidad intelectual leve, pero puede ser educable alcanzando un equivalente a nivel primaria o secundaria, pueden ser autónomos y tampoco es determinante de disfunción. El reto para ellos es aprender lectoescritura y pensamiento lógico-matemático.
El síndrome de Down tiene como característica inherente la discapacidad intelectual que va de leve a moderada. Dependiendo de qué tanto se estimule el cerebro puede ser recuperado pues el cerebro tiene neuroplasticidad, cuando se estimula de forma adecuada se alcanza un desarrollo intelectual adecuado. La capacidad intelectual tiene que ver a grandes rasgos con el juicio, la planificación y la evaluación, lo cual se altera en el síndrome de Down. Si no recibe una estimulación adecuada, no mejorará con el tiempo. Cuando se lleva al pequeño a recibir un diagnóstico profesional, se evalúan las áreas de oportunidad y se hace un plan para una intervención específica.
El diagnóstico es tan importante que a partir de ello los médicos pueden orientar a los profesores y las familias sobre cómo es la condición específica de cada niño para que no se encuentre en discapacidad, qué habilidades tiene y qué tipo de apoyo requiere. Los papás deben sumar el esfuerzo dentro de la escuela para que a partir de las relaciones sociales no sufran discapacidad pues la escolarización tiene que ver con la convivencia social y lo social juega un papel muy importante en su aprendizaje y desarrollo. Aunque el autismo y el síndrome de Down son condiciones muy distintas, ambas tienen un reto para el aprendizaje.