Un diagnóstico de Trastorno Límite de la Personalidad involucra a toda la familia, pues su papel es crucial para el éxito del tratamiento: la atención psiquiátrica y la psicoterapia en conjunto con el apoyo familiar conforman el tratamiento con los mejores pronósticos. ¿Sabemos qué hacer como familia?
Por: Mosaico Medios
Para atender a una persona con Trastorno Límite de la Personalidad (TLP) o Borderline se requiere involucrar y tratar a toda la familia, no solamente a la persona que la padece. La terapia de grupo para la familia puede ser una pieza fundamental ya que al informarse se comprende mejor la enfermedad, se aprenden herramientas para enfrentar las situaciones que se presentan con este trastorno y es de mucha ayuda en cuestión emocional para no sentirse solos sabiendo que otros pasan por lo mismo. Además, una muy mala relación con alguno de los miembros de la familia, desde el punto de vista psicoanalítico, puede influir en el trastorno.
El Trastorno Borderline se presenta a partir de la adolescencia, alrededor de los 15 años, por lo que desde esta etapa se debe buscar ayuda si se empiezan a dar los comportamientos característicos del TLP: impulsividad, fuerte agresividad o arranques, gran intensidad sin puntos medios (querer y odiar), dismorfia corporal (verse a sí mismo de forma distinta a la realidad), y profundo miedo al abandono. Las autolesiones son un foco rojo en la adolescencia que pueden indicar la necesidad de ayuda profesional. Se debe buscar ayuda desde el primer momento en que la situación sobrepasa o la persona se siente fuera de sí, cuando hay arranques incontrolables y no se pueden manejar ciertas situaciones.
Cómo reaccionar ante el diagnóstico:
- No asustarse, es una enfermedad controlable y que puede ser manejada a través de la medicación y la psicoterapia.
- Hay que atenderse de forma profesional y darle resolución al diagnóstico.
- Tener paciencia ante las situaciones caóticas que provoca el TLP en lo que va avanzando el tratamiento.
- Formar una red de apoyo familiar lo más amplia posible: informándose y atendiéndose todos.
Los familiares siempre deben tener en cuenta que hay una enfermedad de por medio en las reacciones y crisis de su ser querido, que sus actos y actitudes no son con dolo, pero sin llegar a ser permisivos. Aunque el paciente sufre, para el cuidador o acompañante también será complicado pues lleva a sentirse imposibilitado, frustrado, sin lograr comprender del todo y llegar al cansancio afectivo. Por ello, es necesario que aunado al tratamiento farmacológico y la psicoterapia, haya psicoeducación y apoyo terapéutico también para la familia.