Los estigmas hacia la vejez pueden afectar la salud mental más de lo que imaginas

Los prejuicios sociales en torno a la tercera edad permean en nuestra manera de cuidar y de acercarnos a la vejez. Los estigmas pesan tanto que pueden llegar a determinar nuestro estado emocional y nuestras acciones.

Por: Mosaico Medios

 

Algunos estigmas o creencias sociales pueden ser factores de afectación a nuestro estado emocional como la presión de que tenemos la obligación de cargar con nuestros padres para satisfacer la imagen de buen hijo, o la creencia de que a las mujeres les toca cuidar a los padres por encima de los hijos varones. 

Los prejuicios sociales también afectan la forma en que abordamos la etapa de la vejez desde fuera y en cómo la asumimos cuando llegamos a ella. La idea de que un adulto mayor es una carga para los demás se introyecta y alimenta el pensamiento de la persona que se encuentra en esta etapa con ideas negativas, por consecuencia lo lleva a tomar actitudes como ya no querer aprender cosas nuevas, falta de ganas por realizar ciertas actividades que antes disfrutaba, etc. Así también, el cuidador puede tomar el mismo prejuicio desde su posición de control bajo los pensamientos de que la persona a su cuidado es incapaz, inútil, ya no puede hacer ciertas tareas, etc. Los estigmas pesan y pueden llegar a determinar nuestras acciones.

Lo recomendable sería reflexionar desde qué actitud estamos tomando el rol de cuidador de una persona adulta mayor para comprender desde dónde actuamos, hacer un trabajo de introspección para comprender si nos encontramos con ese rol por que ‘nos tocó’ sin tener ninguna decisión al respecto, o si estamos asumiendo la labor por el gran agradecimiento que tenemos hacia nuestro familiar y deseamos ‘regresar’ todo el buen trato que alguna vez recibimos de su parte, o si simplemente estamos en esa situación por responsabilidad. Así comprenderemos mejor y podremos tomar decisiones para cuidar también nuestra salud mental.