Los antidepresivos no crean una emocionalidad falsa, no son como una “droga” que nos haga sentir contentos, ni generan adicción. Comprendamos cómo funcionan para romper los mitos y evitar la resistencia a tomarlos.
Por: Mosaico Medios
Para romper los mitos y estigmas sobre los medicamentos psiquiátricos hay que comprender cómo funcionan. En términos muy generales la transmisión de la información en el cerebro se da de manera eléctrica, pero en las terminales nerviosas hay un espacio en donde no se tocan llamado el espacio sináptico, ahí la comunicación se da por medio de sustancias químicas que son los neurotransmisores. La adecuada concentración de estos neurotransmisores en el espacio sináptico determina el buen funcionamiento de nuestro cerebro. Muchos trastornos mentales están asociados con alguna deficiencia de la neurotransmisión, como es el caso de la depresión.
Los medicamentos prescritos para los trastornos del estado de ánimo no crean una emocionalidad falsa (como una droga por ejemplo), sino que se utilizan para ayudar a que el organismo por sí mismo equilibre la neurotransmisión y a que la comunicación neuronal sea eficaz, así se restablecen las funciones químicas gradualmente, se recuperen las capacidades cognitivas y, a la larga, hasta se restauren los cambios anatómicos.
El tratamiento con medicamento debe ser llevado a cabo por una valoración médica clínica especializada y se tiene que ir ajustando en la dosis adecuada, en el tipo de medicamento y por el tiempo adecuado. El especialista debe encontrar de forma individualizada cuál es el medicamento ideal para cada persona, y también la dosis debe irse ajustando, por lo general se inicia con la dosis mínima y se va aumentando paulatinamente hasta llegar a la cantidad indicada para cada caso.
Un tema importante para tomar en cuenta es que si continúan los factores de estrés, ansiedad o depresión, aún tomando medicamento, es posible que no se mejore. Lo más recomendable es combinar la psicoterapia con la psiquiatría para lograr un tratamiento exitoso.
