Autolesiones: la antesala de los intentos de suicidio

Un gran número de los jóvenes que practican autolesiones van a tener además conductas suicidas, hay que prestarles la atención que amerita porque aumenta el riesgo exponencialmente. Además, los intentos suicidas ocurren mayormente en la juventud y en los últimos años ha aumentado la tasa de intentos de suicidio.

Por: Mosaico Medios

 

Los intentos suicidas suceden mayormente en la juventud, de los 16 a los 24 particularmente, hay muchos factores que inciden en ello pues es la etapa en la que se juntan muchos sentimientos que antes no había como la sensación de desesperanza o soledad, hay mucho sinsentido y pérdida de rumbo sin grandes promesas de un futuro maravilloso. Muchos de estos conflictos se juntan con las carencias afectivas que se tienen desde la infancia y que durante la adolescencia se cubren con una pareja, pero las primeras parejas de ésta etapa no van a durar mucho y se sienten como una gran pérdida. Esta incapacidad de poder contactar con otras personas se conjuga con la impulsividad que es propia de dicha etapa de la vida y puede terminar en un intento de suicidio. En los últimos años ha aumentado la tasa de intentos de suicidio en los jóvenes por lo que hay que tenerlo muy en cuenta y estar atentos para prevenir. Además, la tercera causa de muerte en los jóvenes en México es el suicidio. 

Hay varios niveles hablando de suicidio: 

Primer nivel – pensarlo (ideación “ya no quiero estar aquí, ya fue suficiente, no puedo más”).

Segundo nivel – conlleva ya una planeación (cómo o con qué hacerlo).

Tercer nivel – Actuarlo. En términos generales las mujeres lo intentan más y también fallan más, los hombres lo intentan menos pero tienen más éxito al hacerlo. 

Los jóvenes que practican las autolesiones no suicidas generalmente tienen mecanismos de afrontamiento más débiles que aquellos que no lo practican, es decir, no saben cómo resolver los problemas y ante no saber qué hacer, se autolesionan. Antes de cortarse, se pueden presentar otras formas de autolesión desde la infancia como pueden ser los golpes contra la pared, rascarse mucho la piel, arrancarse el cabello o las costras. Conforme va avanzando el mecanismo empiezan a aparecer autolesiones con objetos punzocortantes. La percepción del dolor empieza a cambiar para ellos y su umbral del dolor empieza a ser cada vez más alto, se liberan muchas endorfinas después del corte por lo que tienen una sensación de paz o tranquilidad al momento. Esto refuerza que en un siguiente episodio en donde se sientan mal vuelvan a recurrir a esta sensación, pero olvidan que después les viene culpa, estigmas sociales o problemas estéticos.

Ante ciertos estresores es cuando más se autolesionan, los principales son divorcio de los padres o terminar con una pareja. Es un llamado de auxilio de lo mal que se sienten y ésta es la manera en que pueden llamar suficiente la atención para recibir la ayuda que requieren. En etapas tempranas incluso hacerse tatuajes compulsivamente puede ser una vía de autolesión si lo hacen con la finalidad de sentir dolor. 

Un riesgo grave que los jóvenes no alcanzan a ver es que muchas veces se comparten las navajas con las que se cortan y no miden el riesgo de la transmisión de enfermedades o si desconocen alguna condición que padezcan en la que no coagulan adecuadamente y de pronto se les “pasa la mano”, lo que puede llevar a un suicidio consumado sin haber intención.

Un gran número de los jóvenes que practican autolesiones van a tener además conductas suicidas, hay que prestarles la atención que amerita porque aumenta el riesgo exponencialmente. Las conductas empiezan de forma gradual: los niños y jóvenes que se queman la piel de las manos con las gomas escolares, por ejemplo, es una señal temprana y desde ahí se le debe dar la importancia suficiente al acto y no minimizarlo. Tampoco hay que pensar que regañar al niño o que asumir una actitud de molestia van a resolver el problema. Es indispensable el apoyo de los padres porque todo esto quiere decir que su niño(a) no está teniendo las facultades para afrontar y resolver los problemas que está enfrentando, mecanismos que se desarrollan desde casa.

Las primeras cortadas usualmente son pequeñas y se las realizan en el antebrazo o en la mano pero como el umbral del dolor se va haciendo más alto con el tiempo, cada vez son más profundas, grandes y en zonas más privadas del cuerpo (entrepierna o estómago) por lo que se vuelve más difícil que otros las vean. El momento de actuar para buscar atención profesional es desde los primeros síntomas, algunos muy comunes son: morderse las uñas o labios hasta sangrarse, arrancarse las cejas o el pelo.