¿Qué abarca la sexualidad? ¿Cómo afecta mi calidad de vida y mi salud mental? ¿Cómo saber cuando la sexualidad es normal y cuándo hay alguna disfunción?
Por: Mosaico Medios
La sexualidad está conformada por la identidad de género, el vínculo afectivo, la orientación sexual, la procreación y el erotismo. Si alguno de estos aspectos está alterado, tendrá consecuencias también en los otros mencionados, pues su conjunto constituye el todo de la sexualidad. Las disfunciones sexuales son una alteración del erotismo, repercuten el acercamiento a una vida sexual plena y afectan el vínculo afectivo en la integración de una pareja, generando una baja autoestima. Se presentan de forma individual, aún cuando no se tiene una pareja.
Estas alteraciones puede ser de tipo psicológico, biológico, social o cultural. Para determinar si existe alguna disfunción primero hay que diferenciar qué es lo normal y qué no en la vida sexual, pues el desarrollo de la vida sexual depende del entorno social, cultural y las circunstancias. Se considera disfunción cuando menoscaba la respuesta sexual normal o se ve alterado el erotismo de forma persistente y recurrente. El ciclo sexual, que consiste en deseo, excitación y orgasmo, puede estar alterado por completo o en una de sus etapas.
El deseo sexual alterado puede ser hiperactivo o hipoactivo. La hipersexualidad tiene una estrecha relación con la salud mental, pues el individuo está buscando constantemente cómo tener una satisfacción erótica persiguiendo el encuentro, lo que puede afectar aspectos económicos, conyugales, familiares, etc. Puede ser provocada por un trastorno bipolar (en fase de manía) o por el trastorno de personalidad límite, por mencionar algunos ejemplos frecuentes. Se distingue de la adicción al sexo pues en ella el individuo busca una gratificación en el sexo y no es causada por un trastorno mental.
El deseo sexual hipoactivo es el opuesto, en que no hay ganas ni deseo, lo que puede estar causado por una depresión, un trastorno bipolar o por estrés, entre otros. El estrés es un factor que puede generar una baja de ánimo importante y muchas veces no es tomado en cuenta, éste afecta directamente las estructuras cerebrales, sobretodo el hipocampo (la memoria), la amígdala (donde surge la respuesta de alarma) y la corteza prefrontal (la cognición); además de que mata neuronas.