Como cuidador, necesitas cuidado también tú

En la mayoría de los casos no estamos preparados para ser cuidadores, sino que de pronto nos encontramos en esta situación y nos llega a desbordar. Buscar ayuda para cuidar de ti mismo y adquirir conocimiento serán las claves para evitar problemas de salud mental derivados de esta ardua labor.

Por: Mosaico Medios

 

Muchos problemas de salud mental están relacionados y son consecuencia de la labor de ser cuidador de una persona adulta mayor. Es muy común presentar ansiedad, depresión y síndrome de fatiga crónica debido al estrés que genera esta ardua tarea. Otro aspecto que alimenta dichas condiciones mentales es el desconocimiento al momento de enfrentarse a esta retadora y nueva situación; también influyen la presión social, el grado de dependencia de la persona a quien cuidamos y la presencia de violencia o enfermedad. 

Es normal tener sentimientos encontrados como enojo, tristeza, frustración y miedo, sin embargo hay que estar atentos a que éstos no se vayan más allá y se conviertan en ira, violencia, depresión, angustia, entre otras. Esta gran cantidad de sentimientos cambiantes es una señal de que como cuidador necesitas cuidado.

 

Recomendaciones generales para llevar a cabo la tarea de ser cuidador:

 

  1. Llénate de conocimiento: debemos tomar esta labor primero estudiando y aprendiendo lo más que se pueda al respecto. Ser cuidador de una persona adulta mayor o una persona enferma no puede ser una tarea improvisada basada solamente en el amor y la paciencia, exige una preparación para conocer lo que debemos de hacer y cómo debemos de hacerlo. 

 

  1. Personaliza el cuidado: cuando logramos tener cierto conocimiento de nuestra labor, comprendemos mejor, podemos identificar capacidades y así podemos personalizar el cuidado. Cada caso es único y no debe abordarse con rigidez. Evita generalizar y caer en creencias comunes de lo que implica ser adulto mayor. Identifica las tareas que la persona a tu cuidado es capaz de realizar y las que no, evita quitarle su autonomía al limitar funciones que sí puede asumir, pues quitarle funciones reducirá cada vez más sus capacidades, por ejemplo: hay ocasiones en que por querer que nuestros seres queridos no se esfuercen de más o no se molesten, queremos resolverles todo y creemos que eso es sinónimo de cuidarlos, sin embargo es contraproducente pues incrementa el deterioro cognitivo. Nuestras neuronas y músculos tienen que estar activos para fortalecerse, así las capacidades cerebrales no se pierden si se siguen haciendo las cosas, y como cuidadores tenemos la posibilidad de ayudar a que prolonguen su capacidad funcional. Sin importar la edad, se necesita actividad pero con el cuidado suficiente de las capacidades y condiciones de cada caso, evitando situaciones que ya sean peligrosas. 

 

  1. Basa tu relación de cuidado en la comunicación: además de fundamentar tu labor en manuales y guías de orientación, la base del cuidado debe ser la comunicación para conocer a la persona y adecuarnos a sus gustos, condiciones, actitudes, etc. y brindarles una verdadera ayuda sin malas pasadas, por ejemplo ofreciéndoles alimentos adecuados a su sistema digestivo, que les gusten y estén acostumbrados a comer, preparados de acuerdo a su dentadura, etc. En el caso de enfermedades como la demencia que dificultan la comunicación, podemos basarnos en la comunicación no verbal, por ejemplo si rechaza algún alimento nos está queriendo decir algo. Hay que jugar el papel de leer las expresiones corporales.

 

  1. Asiste a terapia para trabajar tus propias situaciones: busca apoyo de un profesional de la salud mental para cuidarte a ti mismo y poder lidiar con el estrés. Si existe algún resentimiento o sentimiento no trabajado con la que persona que vas a cuidar, deberás trabajarlo en terapia para poder llevar a cabo la labor de cuidador. 

 

En la medida en la que tú te cuides, vas a poder cuidar mejor.