A menudo sucede que cuando hablamos de un tema enfocado a la mujer, muchos preguntan por qué se excluye al hombre, sin embargo, las estadísticas son abrumadoras pues 8 de cada 10 personas que sufren violencia son mujeres y en la mayoría se trata de violencia sexual. Por ello merece la pena centrar la atención y ahondar en este tema para continuar combatiendo la violencia contra la mujer.
Por: Mosaico Medios
La violencia contra la mujer es un acto intencional que produce daño, generalmente repetitivo, que está relacionado con el concepto social de género. Quienes más frecuentemente violentan a la mujer son los hombres, en especial las personas más allegadas a ella como: su pareja, los padres, los hermanos y en algunos casos hasta los hijos. De 10 personas que sufren violencia 8 son mujeres y 4 de ellas son menores de 18 años.
Las niñas menores reciben más violencia sexual y los niños más violencia física -casi siempre debido a los estereotipos sociales de que los hombres deben ser fuertes y aguantar-. En el caso de los abusos sexuales en las niñas, generalmente la violencia es coercionada (“si dices algo te voy a hacer esto otro”) y depende del tipo de relación con el agresor, que en la mayoría de los casos tienen un doble rol pues en otras circunstancias es proveedor, atento, cariñoso, la lleva a la escuela, le da regalos, etc. Esta situación desestructura la mente e incluso puede generar periodos de amnesia; lamentablemente estos traumas terminan saliendo en otra etapa de sus vidas, como al tener hijos propios, por mencionar una posibilidad. Los tocamientos provocan daño pero siempre ocasiona un mayor impacto en la salud mental y física una penetración.
El trauma es una respuesta normal ante una situación anormal, ocurre frente a la violencia. Las las víctimas de violación, por ejemplo, se paralizan en el momento del acto pues ésta es una respuesta del cuerpo de protección y supervivencia ante la amenaza que generará mayor daño de modo contrario. El trastorno por estrés postraumático es el más frecuente en mujeres que han recibido violencia sexual, o una sexualidad coercitiva o condicionada.
Un gran reto para hacer frente a la violencia contra la mujer es combatir el estigma. Parte de los mitos relacionados con la violencia sexual está aquél en que el acto de violencia se debió a que la mujer se vistió de determinada forma o salió a cierta hora de la noche. Debemos tener siempre presente lo siguiente:
La violencia sexual nunca es culpa de la víctima.