Cuando hablar de sexualidad se percibe como algo de lo que no se puede hablar o como algo prohibido, le brinda una connotación negativa al tema. Hablar de sexualidad es mucho más que hablar sólo de sexo, es hablar de bienestar, de relaciones afectivas sanas, de identidad de género y de orientación sexual, entre muchos otros aspectos.
Por: Mosaico Medios
Prohibir o limitar el acceso a la educación y a la información sexual es mermar el desarrollo pleno de la persona. Hablar acerca de sexualidad no es sólo hablar de sexo, de enfermedades de transmisión sexual o de embarazo, es hablar de bienestar, de relaciones afectivas y de cómo vincularse sanamente con una pareja, de erotismo, de identidad de género, de orientación sexual y de diversidad.
Introducir esta información desde edades tempranas no implica un despertar sexual temprano, se trata de ir sensibilizando y brindando conocimiento para cambiar la perspectiva de lo malo o lo prohibido, pues cuando no se habla de ello se percibe de esta manera. La falta de educación provoca que las personas sean discriminadas o rechazadas en ciertos ámbitos debido a los prejuicios sociales. Si educamos desde pequeños sobre la posibilidad de una identidad de género diversa, podremos ir rompiendo éstos prejuicios y cambiando el rechazo.
Nadie elige su orientación sexual ni su identidad de género, no se contagia, ni se puede cambiar. La orientación sexual o preferencia sexogenérica es la atracción erótica o afectiva hacia personas de otro género (heterosexual), hacia el mismo género (homosexual), hacia ambos géneros (bisexual) o hacia ningún género (asexual).
Ningún tratamiento curativo logrará cambiar la orientación sexual o la identidad de género, la mayoría de las veces los “tratamientos” que existen para “corregir” no tienen fundamento científico. La identidad de género es la percepción psicológica íntima de ser mujer u hombre. Si el sexo biológico es concordante con la identidad es una persona cisgénero, también puede ser que no sea concordante, así como pasa con las personas trans quienes se encuentran en un proceso de transición.
La labor de los padres debería ser desde la tolerancia y la aceptación, hay que abrirse a la diversidad, que no es una enfermedad ni es algo anormal. Hay que trabajar en romper mitos propios y aceptar que quien esté viviendo una identidad u orientación distinta a lo que socialmente se ha dicho que debe de ser no deja de ser un individuo con derechos y sigue siendo la misma persona. La tolerancia lleva de la mano la salud mental.