Las enfermedades mentales tienen una larga historia de criminalización y estigma, antiguamente tenía consecuencias como la tortura o sentencia de muerte. Pero aún hoy criminalizamos de otras formas, incluso sin ser conscientes de ello y sigue teniendo consecuencias graves. ¿Sabes cómo sucede?
Por: Mosaico Medios
¿Qué significa criminalizar?
Criminal es alguien que comete actos inmorales, rompe los usos y costumbres y rompe con la normalidad. Criminalizar, en términos morales como es el caso de los estigmas hacia las enfermedades mentales, se refiere al señalamiento y la exclusión. Históricamente iba desde la tortura hasta la muerte, las personas con trastornos eran consideradas anormales y no eran parte de la comunidad, se les recluía en espacios designados y se invisibilizan.
¿Cómo criminalizamos socialmente los trastornos mentales?
Hoy todavía vivimos la criminalización histórica de los trastornos mentales cuando relegamos y dejamos de relacionarnos con éstas personas, aislándolas. También cuando asumimos que la persona con un trastorno va a actuar de cierta forma y anticipamos su comportamiento incluso antes de que sea real. Esta expectativa termina provocando que yo no tenga una relación normal con esa persona pues me hace estar a la defensiva y la persona con el trastorno cargará con la culpa de tener la enfermedad al ser esa la razón por la que no puede relacionarse exitosamente.
De entrada ya hay un estigma con una persona que va a consulta psiquiátrica o psicológica y peor aún si se sabe que está medicado(a) pues el estigma se incrementa, lo que genera tensiones sociales como: “¿Ya te tomaste tu medicamento? Para saber si me puedo relacionar contigo o no”.
¿Qué podríamos hacer para cambiar la perspectiva de la criminalización a la comprensión?
No es raro que se vincule algún tipo de trastorno mental con el riesgo de cometer un delito, existe el prejuicio de entrada y se refuerza cuando sí hay casos de quienes cometen delitos y dicen tener un trastorno mental que los haga inimputables. Pero frente a esto está el poder difundir lo que realmente implican los trastornos mentales y esto nos compete a todos para eliminar estigmas con un abordaje multidisciplinario.
Las personas que pasan por ciertas crisis encuentran eco en grupos en los que se reconocen, se sienten acompañados y les da sentido y cobijo. Empezar con el tema de autoayuda, amor y reconocimiento de sí mismo es un buen punto de arranque pero no resuelve pues un trastorno mental no es un tema de tener ánimo o de resolverse con coaching, implica cuerpo y mente a la vez y requiere tratamiento psiquiátrico y psicológico. El amor al prójimo como solución social puede servir como una contención del estigma, más no de la enfermedad en sí misma, pues al contrario puede ser contraproducente al retrasar el diagnóstico siendo una solución superficial el cobijo de los grupos que lo mantiene contenido y apapachado antes de buscar apoyo profesional.
La calidad de vida mejora mucho con el tratamiento y se disminuyen los riesgos. Lamentablemente el estigma dificulta que la gente busque ayuda.