Rompamos mitos sobre tomar antidepresivos durante el embarazo y lactancia

Existe una idea de que no se puede llevar un tratamiento farmacológico durante el embarazo y la lactancia, pero la depresión es un trastorno biológico determinado por falta de neurotransmisores. No es de “echarle ganas”, es de atenderse.  

Por: Mosaico Medios

 

Existe una idea de que no se puede llevar un tratamiento farmacológico durante el embarazo y la lactancia, sin embargo hay medicamentos antidepresivos seguros que no es necesario suspender si ya se encuentran en tratamiento previo al embarazo. Cada caso se debe evaluar de forma individual porque al retirar el medicamento puede haber recaída. Los inhibidores de la recaptura de serotonina son seguros y no producen efectos para el bebé. Durante la lactancia también se pueden tomar estos antidepresivos sin problema, no es necesario retirarlos pero cada caso debe ser valorado y todo el proceso debe estar supervisado por un psiquiatra.

Dependiendo de la severidad de la depresión deberá ser atendida por la psicología, por la psiquiatría o ambas. Los síntomas de depresión leve pueden ser atendidos únicamente por la psicología pero ya con depresión mayor se debe atender con una combinación de atención psiquiátrica acompañada de apoyo terapéutico. El riesgo de que no se atienda con un tratamiento psicológico es que puede avanzar de depresión leve a una moderada y luego a una grave. 

Dentro de lo terapéutico, las opciones abarcan lo individual (psicoterapia) y lo grupal dentro de lo que lo cual lo más eficiente es la parte psicoeducativa para informar y brindar estrategias sobre cómo manejar la depresión, por otro lado las sesiones en grupos ayudan a la persona a darse cuenta de que no es la única que tiene esos sentimientos, así se siente acompañada, escuchada y se puede ver en espejo a través de los otros. 

Una depresión puede durar toda la infancia, adolescencia y etapa adulta por no hacerle caso y puede aparecer en cualquier etapa de la vida. Ésta es un trastorno biológico que está determinado por falta de neurotransmisores. No es de “echarle ganas”, es de atenderse. Muchos no logran identificarlo por miedo o por no querer tomar medicamento. Hay que combatir la ignorancia, acercarse al médico para preguntar y aclarar dudas sin miedo.